Relegar el talento senior: cómo el edadismo nos hace desaprovechar experiencia y futuro

Edadismo: el talento que no podemos desaprovechar

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El edadismo es una de las formas de discriminación más extendidas y a la vez más invisibles en nuestra sociedad. Consiste en valorar a las personas únicamente por su edad, asociando la juventud con productividad y la madurez con obsolescencia. Esta mirada no solo limita a quienes cumplen años, sino que priva al conjunto de la sociedad de un capital humano inmenso.

Aunque vivimos más años y con mejor salud, muchas personas mayores son relegadas en el ámbito laboral y social. Desde el fenómeno japonés del madogiwa-zoku hasta las altas tasas de desempleo senior en Europa, el patrón es claro: desaprovechamos talento, experiencia y sabiduría que podrían seguir marcando la diferencia.

El edadismo, una exclusión silenciosa

El edadismo opera como una forma de exclusión silenciosa. A diferencia de otras discriminaciones más visibles, se cuela en las conversaciones cotidianas, en las políticas de recursos humanos o en la publicidad, que a menudo representa la vejez con estereotipos negativos: pasividad, fragilidad o dependencia. El resultado es un mensaje social que relega a las personas mayores a la periferia, limitando su participación y su autoestima.

Qué entendemos por edadismo

El término “edadismo” fue acuñado por el gerontólogo Robert Butler en 1969. Se refiere a los prejuicios, estereotipos y actitudes discriminatorias hacia las personas mayores por el mero hecho de serlo. Abarca desde bromas sobre la edad hasta decisiones empresariales que priorizan a los más jóvenes, sin valorar el bagaje de los seniors.

En la práctica, el edadismo se traduce en prejubilaciones forzadas, exclusión de programas de formación continua, escasa representación en medios de comunicación o ausencia en puestos de decisión. Lo más preocupante es que muchas veces pasa desapercibido porque se asume como algo “normal”.

Datos que preocupan

En la Unión Europea, las tasas de empleo para personas entre 55 y 64 años rondan el 62%. En España, caen por debajo del 60%. Esto significa que millones de personas con décadas de experiencia quedan fuera del mercado laboral antes de tiempo. Además, la participación de mayores en actividades de formación continua apenas supera el 10%, lo que refuerza la brecha de oportunidades.

El coste social y económico es enorme: se calcula que si se aumentara la tasa de empleo senior hasta el 70 %, el PIB europeo crecería en más de un 2% anual. El edadismo, por tanto, no es solo un problema ético: también es una pérdida económica tangible.

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El caso japonés: del respeto al relego simbólico

Japón ilustra bien esta contradicción. Allí, casi la mitad de las empresas mantienen en plantilla a empleados “senior” cuya función real es mínima o inexistente. Este fenómeno, conocido como madogiwa-zoku (“tribu de la ventana”), mezcla respeto y marginación: se conserva el vínculo laboral como reconocimiento a décadas de servicio, pero se les aparta de la actividad real.

El fenómeno del madogiwa-zoku

Los trabajadores que forman parte de este grupo suelen pasar sus jornadas en despachos cercanos a las ventanas, sin responsabilidades claras. En teoría, es un gesto de honor; en la práctica, supone relegar el talento acumulado a un rol simbólico, sin posibilidades de aportar ni de sentirse útiles.

Entre respeto y marginación

El madogiwa-zoku refleja cómo incluso en culturas que valoran profundamente a los mayores pueden reproducirse dinámicas de desaprovechamiento. Aunque se evita el despido, se les priva de un papel activo, lo que genera frustración individual y una pérdida de valor colectivo. Es una muestra de cómo el edadismo puede disfrazarse de respeto, sin dejar de ser exclusión.

Talento desaprovechado: lo que perdemos al relegar a los mayores

Relegar a los seniors no solo es injusto para ellos, también empobrece a la sociedad. La experiencia, el conocimiento y la visión estratégica que aportan son recursos valiosos que se pierden cuando no se les ofrece un espacio activo.

Experiencia y transmisión de conocimiento

Las trayectorias de décadas permiten a los mayores convertirse en mentores y referentes. Pueden guiar a nuevas generaciones, compartir aprendizajes fruto de aciertos y errores, y aportar una perspectiva de largo plazo que a menudo falta en entornos dominados por la inmediatez.

Diversidad generacional como motor de innovación

Los equipos intergeneracionales, que combinan la energía joven con la experiencia senior, son más innovadores y resilientes. Estudios de Harvard y la OCDE muestran que la diversidad de edades aumenta la capacidad de resolución de problemas y la productividad. Desaprovechar esta riqueza es renunciar a una ventaja competitiva clave.

Capital social y comunitario

Más allá del empleo, los mayores sostienen gran parte de la vida comunitaria: participan en voluntariado, apoyan a sus familias, cuidan de nietos o vecinos y cohesionan el tejido social. Al relegar su rol, debilitamos también los lazos que sostienen nuestra convivencia.

Repensar la última etapa de la vida

El edadismo nos ha hecho ver la jubilación como un final, cuando en realidad puede ser un nuevo comienzo. La etapa senior no tiene por qué significar pasividad, sino redescubrimiento, aprendizaje y propósito.

Más allá del empleo

Cada vez más seniors se reinventan: emprenden, participan en proyectos sociales o se forman en nuevas disciplinas. En España, el 20% de los nuevos emprendedores tiene más de 50 años. Lejos de retirarse, muchos mayores buscan seguir siendo útiles y encontrar un propósito renovado.

Modelos alternativos de vida y comunidad

Frente al desaprovechamiento del talento, surgen modelos que replantean cómo vivir a partir de los 55. El cohousing senior, por ejemplo, ofrece una alternativa a la soledad y a las residencias tradicionales. Proyectos como Diakos, en Galicia, proponen comunidades donde las personas mayores mantienen su autonomía, comparten experiencias y disfrutan de servicios adaptados . No se trata solo de vivienda, sino de generar entornos donde la edad se viva como oportunidad y no como limitación.

Conclusión: del relego al reconocimiento

El edadismo nos lleva a relegar a quienes más sabiduría han acumulado, convirtiendo una etapa llena de posibilidades en una pérdida colectiva. Si logramos cambiar la narrativa, pasaremos del desaprovechamiento al reconocimiento, y de la jubilación pasiva a una longevidad activa, con propósito y en comunidad.

Aprovechar el talento senior no es solo una cuestión de justicia, también es una inversión en innovación, cohesión social y futuro compartido.

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